sábado, 15 de junio de 2013

Editorial

           
                 revista literaria 

con voz propia nº 56 – junio 2013


                publicación creada en noviembre de 2006
                 distribución y publicación gratuitas




Para tener el infinito en la palma de la mano,
y la eternidad en una hora,
hay que ser capaz de ver el universo en un grano de arena,
y el Cielo en una flor silvestre.
William Blake
-- 


Para escribir un solo verso, hay que haber visto muchas ciudades, muchos hombres y muchas cosas; hay que conocer a los animales, hay que haber sentido el vuelo de los pájaros y saber qué movimientos hacen las flores al abrirse por la mañana. Hay que tener recuerdo de muchas noches de amor, todas distintas, de gritos de mujer con dolores de parto y de parturientas, ligeras, blancas y dormidas, volviéndose a cerrar. Y haber estado junto a moribundos, y al lado de un muerto, con la ventana abierta, por la que llegarán, de vez en cuando, los ruidos del exterior. Y tampoco basta con tener recuerdos. Hay que saber olvidarlos cuando son muchos, y hay que tener la inmensa paciencia de esperar a que vuelvan. Pues no sirven los recuerdos. Tienen que convertirse en sangre, mirada, gesto; y cuando ya no tienen nombre, ni se distinguen de nosotros, entonces puede suceder que, en un momento dado, brote de ellos la primera palabra de un verso.

Rainer Maria Rilke
Checoslovaquia, 1875- Suiza, 1926


-- 
Todos los libros del mundo no te dan felicidad pero te conducen en secreto hacia ti mismo. Allí encuentras todo lo que necesitas, el sol, las estrellas y la luna pues la luz que tú buscas habita en ti mismo. La sabiduría que buscaste en las librerías reluce en cada página y ahora es tuya.
Herman Hesse
-- 


El cambio de rueda

Estoy sentado al borde de la carretera,
el conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar adonde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda
con impaciencia?

Bertolt Brecht
Alemania, 1898-1956
  

-- 
¿Cómo ha de actuar mi corazón? ¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar sobre la tierra?
Nezahualcóyotl
--

Autores publicados

revista literaria con voz propia nº 56
junio de 2013
autores publicados en esta edición:

- Andrés Bohoslavsky
- Francisco Garzón Céspedes
- Alejandro Drewes
- Sergio Borao Llop
- Marta Zabaleta
- Jerónimo Castillo
- Luis Benítez
- Omar Darío Ruiz
- Magali Fernández
- Ester Vallbona
- Carlos Benítez Villodres
- María Alicia del Rosario Gómez
- María Manetti
- Oliver Robertt
- Alfia Arredondo Orozco
- Carlos Penelas
- Liliana Marengo
- Carlos Arturo Trinelli
- Juan Antonio Borges
- Luis Vilchez
- José María Pallaoro
- Mirna Capetinich
- Victoria Servidio
- Elmys García Rodríguez
- Elsa Hufschmid 
- Carlos Figueroa
- Alejandra Zarhi

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Información de Concursos en:

             revista literaria con voz propia
             ISSN 2314-0275
             Edición y dirección: Analía Pascaner
             San Fernando del Valle de Catamarca
             Catamarca – Argentina


Andrés Bohoslavsky

-Desde algún lugar del mar-


Una noche en bosque-poesía

                                             a Allen Ginsberg
     
Remontando el río, a través de la colina
hundí mi caña y esperé por la pesca
que, sabía de antemano se haría esperar
lo cual no era bueno ni malo, sino parte de un ritual
en el que los peces se niegan a ser engañados, y yo también

unos ruidos extraños y unas luces de neón a medianoche, en el bosque
llamaron mi atención
me acerqué sin ser visto
y pude observar a los viejos impostores de siempre
su corte de adulones intacta
y un numeroso grupo de jóvenes con rostros de débiles mentales
reptar cerca de sus tótems, con la respiración entrecortada
y la baba deslizándose por la comisura de sus labios

el suceso que veía era tan interesante
que no pude hacer otra cosa que abandonar mi móvil original
y decidirme a tomar nota de aquellos detalles
que aquí relato

luego de esos extraños ritos mencionados arriba
comenzó lo que algunos vanidosos llamaron:

Lectura de los jóvenes poetas: un panorama de la poesía actual

diecinueve de ellos, mascullaron algunas palabras
emocionados unos, fríos otros
pero con un conmovedor denominador común todos:
el vacío absoluto

la escena se completó con un cerrado aplauso
que parecía no tener otro fin
que ahuyentar los pocos pájaros que huían confundidos

más tarde llegó el turno de los consagrados
bajo el lema-rótulo:

Grandes valores de la poesía eterna

encarnados ellos con trajes de oficinistas
y grandes plumones en la cabeza ellas

el primero en leer, sufrió un ataque epiléptico
que concluyó cuando el segundo, parado sobre su cuerpo convulsionado
arremetió contra el público, sentenciando:

¡El show debe continuar!

el rebaño estalló en un griterío infernal
hecho que no pude distinguir si se debía a la lectura
o al silenciamiento de la víctima

la poesía del segundo
sin duda estaba influenciada por los haikus japoneses
ya que solo pronunció siete palabras:

Nosotros
los mejores
¿quién duda de ello?

el coro de oligofrénicos se arrojó sobre él
tirándole de los pantalones, besándole los pies
mientras una especie de guardia SS
los empujaban del escenario hacia abajo
a la par que los parlantes reclamaban
orden silencio respeto
bases de nuestros sistemas modernos y civilizados

así el panteón de los dioses fue completando la noche
desfilaron los poetas ancianos
leyendo sus textos como bandos sacramentales
extraídos de viejos papiros
expulsando gérmenes de bronce
que estallaban en contacto con el aire

luego pasaron los de los 70’s
con remeras del Che
sin darse cuenta que los que lucharon de verdad
no escribían poesía

y los de los 80 y 90
con sus discursitos inmaculados
por unas máquinas que había a los costados
que poseían carteles que rezaban:

Esterilice su texto, contribuya a la limpieza de la poesía

así se sucedió un sinnúmero de personajes
como en una fauna monstruosa y cadavérica
grotesca & canalla
absolutamente desprovista de un grano de belleza o emoción

pero algo vino en ayuda
no de mí, sino de la humanidad toda:
el volcán que dominaba la colina
estalló repentinamente y cubrió todo
con su fuego purificador
y la lava arrastró hasta el valle
lo que componía este encuentro:

poetas / máscaras / atriles / sombreros / vestuarios / maquillajes / luces / máquinas
y hasta la baba putrefacta
dejando tierra arrasada
que es metáfora del presente y esperanza del futuro.

Desperté sobresaltado de este sueño en el camarote
y pese a que han pasado varios días
no alcanzo a develar los simbolismos de aquél
que hoy recuerdo como una extraña pesadilla
que tanto me sigue sorprendiendo.


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La huella de un sueño no es menos real que la de una pisada.
George Duby

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Francisco Garzón Céspedes

-Madrid, España-


La Maestra (2)

La maestra respira hondo y empieza la clase de una manera inusual: “Podría daros los buenos días. Y sería correcto. E igual de correcto sería comenzar a explicar de inmediato la primera lección de hoy.” La expectación de las niñas y niños es total, se ha hecho el silencio y la clase se ha inmovilizado.
La maestra se queda en un silencio que es más que pausa, les va mirando a los ojos y luego: “Pero el día sólo será bueno si lo hacemos bueno. Por lo que os propondré: Hagamos entre todos un buen día. ¿Quién nos cuenta algo grato que le haya ocurrido? ¿O quién inventa una historia y la comparte? ¿Quién nos trae a la memoria al abuelo que cuenta, o al contador de historias de la tribu, o a Scherezade?”
Y con el golpe de viento que entra por la ventana, la maestra tiene la sensación de que parece haber llegado un duende que impulsa a contar cuando un niño, poco a poco se incorpora, alza una mano, y, primero tenuemente, narra: “Había una vez…”


La Maestra (6)

La maestra medita acerca de que hay muchos modos de hacer un regalo. Y llega a la conclusión de que lo más importante es la intención que lleva a regalar; y que lo segundo en importancia es la manera en que se regala. Que es determinante la significación contenida en el acto, la trascendencia que puede apreciarse en la acción de regalar y la que contiene el regalo como hecho mismo. Desea enseñar a sus alumnos a regalar, por lo que decide que al día siguiente llegará muy temprano y depositará un regalo en cada pupitre; para que cuando sus alumnos entren hallen una hoja seca, de las de un amarillo o un naranja más intacto e intenso -con suerte antes las recogerá incluso con unas pinceladas de rojo-: unos colores que les recuerden a niñas y niños el sol en medio de un otoño tan gris. Y entonces les expondrá que un regalo es, ante todo, el sentimiento que, desde adentro de quien regala, toca con su luminosidad adentro a quien recibe el regalo.


La Maestra (7)

La maestra se emociona al leer a sus alumnos el poema que en la infancia, en ese mismo grado de primaria, su maestro le leyó a ella junto a todos los compañeros de aquella clase. Los ojos se le nublan a la maestra, no tanto por el poema como por el recuerdo. Sus alumnos se emocionan, no tanto por el poema, que es ciertamente hermoso, como por la emoción que ha inundado de lágrimas los ojos de su maestra. La maestra se siente obligada a explicar, aunque no para que la crean: “Se me ha metido una basura en cada ojo”. “A nosotros también.” -exclaman sus alumnos como un coro de poetas.


La Maestra (8)

La maestra se encuentra, durante el receso, frente a la pelea de dos niños por la naranja descubierta en el suelo del patio. Y se asombra de la ferocidad con que aquellos dos niños se disputan la naranja, porque sabe que, justo esos dos, acaban de merendar. Reflexiona la maestra mientras los separa y toma la naranja en una mano: “Podíais haber dividido la naranja” -les dice-. “La mitad es mejor que pelear; o que perder después la naranja entera si no se gana… ¿Y si le dan la naranja a quien esté más cerca y no haya merendado?” Se hace un silencio de diminuta tragedia. “Bueno…” -le responden los dos, dubitativos-. En ese instante, como si tuviera una varita mágica, la maestra les regala a cada uno una mandarina, y les señala: “Y cada uno por la pelea, no como un castigo sino como ampliación de conocimientos, investigará sobre las lesiones y los fallecimientos por accidente”.


La Maestra (9)

La maestra escucha en clase la pregunta de uno de sus alumnos, interrogación a la que luego se suman numerosas voces: “¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?” Sabe la maestra que debe elegir una de las respuestas que conoce, pero duda, porque si se atiene a la pregunta misma al contestar aún quedaría lo de: ¿Que fue antes: la gallina o el huevo de gallina? Podría contestar en los dos casos que: “El huevo.” Pero aún permanecería en juego el cuestionamiento hasta el infinito, por lo que además de preferir no herir sensibilidades a tal edad promedio de sus alumnos, la maestra elige señalar que: “El habla popular plantea este dilema, inquiriendo ‘¿el huevo o la gallina’? para referirse a la inutilidad de preguntarse quién fue primero ya que lo considera un círculo vicioso.” Y hace la maestra una pausa de expectación para concluir: “La respuesta es, podría ser, tan obvia, que insultaría vuestra inteligencia si os la ofreciera. Y si alguno no conoce cómo podría contestarse, puede investigar. Por lo que cómo la pregunta suele tener un sentido metafórico prefiero, pequeños gigantes, explicaros lo que es una metáfora.”


Estos textos forman parte de una serie de 14 cuentos publicados en Cuadernos de las Gaviotas Nº 86, Cuentos de la maestra / Breves e hiperbreves. Madrid / México D. F. / 2012. Colección editada por CIINOE Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica; COMOARTES Comunicación, Oralidad y Artes.


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Obedeced más a los que enseñan que a los que mandan.
Agustín de Hipona

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Alejandro Drewes

-Buenos Aires, Argentina-


Fábula

De te fabula narratur
Søren Kierkegaard

Te guardo, aún te guardo
en la sombra de un verano
al borde justo del mar.
En una foto en donde siempre
atardece. Es decir que todo
ha sido este ritual de atávicos
gestos, la dicha frugal por aplazo
de sentencia. El mundo ha girado
invisible en su eje y sobre otra ciudad
cae ahora lenta la nieve. Se hunde
un pecio de oro en los ojos
y abajo el silencio de a poco
cubre los gestos, los gritos.
De otro día evocaba las fuentes
azules, de otro tiempo ese mar:
pero es tarde y ha salido
de caza la luna. A su influjo
esta entrega del ser, retrato
de Psique borracha en su noche
infinita de grande borrasca.



Canto del viento

Y esta palabra que aún
es un temblor en el aire
en su tiempo inestable
la senda una vez caminada
con otros, un país cuyos gritos
silencia la nieve. Qué historia
habrán de contar estos árboles
después, muchos años después
de las grandes devastaciones.
Y el hurgar de manos sin rostro
en el amplio corazón de madera
quemada, sin piedad ni otros gestos.
Entonces habrá finido quizás
la carrera enloquecida de los siglos
de los dioses del olvido y la cizaña,
vuelo de luna en el negro
espejo roto de los viejos magos.



Carrozas de la noche

En el preciso lugar 
que iluminas de pronto 
en la gastada hierba 
de caminos recorridos
ves la misma clara noche
En brazos de aquellos
que una vez alzaron
tu cuerpo de las aguas
en aquel magro tiempo
ves la misma lenta noche

En cada cosa y su nombre
engastado en los sutras
grabados bajo las estrellas
en las voces ya perdidas
donde converge la noche común
y harto ya, sigues el reflejo 
de unas lentas notas de polvo
esencia de las cosas destinadas
sólo a partir en la dura mañana:
y en su blanca luz tu eterna noche.
 

*  *  *


y tu oscuro linaje
de lluvia como llanto
apenas primigenio
no más que una flor
o un anillo de humo
en la esfera
de los mundos:

tú en esta sola mañana
inicio de plegaria
o tembloroso cántico



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Cuando he estado trabajando todo el día, un buen atardecer me sale al encuentro.
Johann Wolfang Goethe

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Sergio Borao Llop

-Zaragoza, España-

Esto soy: El poema

Nazco cuando tu vista me recorre.

Nada soy
hasta que tu mirada me construye,
hasta que tus ojos me modelan
sin saber si soy amigo o enemigo.

Porque aquí en el papel agazapado,
sólo espero el fulgor de una mirada
para clavar mis letras en tus ojos,
para hundirme hasta el fondo en tus entrañas
quebrantando la paz de tus sentidos.

¿Acaso esperabas un suave remanso de prados floridos,
una nube blanca con ángeles mansos,
una cristalina música de piano?

Quiero saltar, poseerte y habitarte
como habita la flecha el corazón herido.
Es decir, quiero ser tú, compartirte.

Garra soy, ala afilada,
el fuego en que has de arder,
el agua en que ahogarte,
el abismo sin fondo en el que hundirte.

Subiré por tu sangre envenenándote.
Recorreré tu carne desgarrándola
como felino hambriento y excitado.

También ansío acariciarte, mas ¡cuidado!,
que es toda garra siempre peligrosa
aun cuando sea amor lo que la mueve.

Esto soy: El poema. A ti me entrego.
En ti me reconozco y me diluyo.
A ti te pertenezco. Por ti existo.
Único, irrepetible, tus ojos me crearon
para ser tu verdugo o el agua de tus mares
.

Regresarás, porque el regreso

Regresarás, porque el regreso
es la madera inevitable del árbol del destierro.

Regresarás vencido, caminando despacio,
y esos mismos lugares ya no serán los mismos.

El parque de tu infancia ya no es el mismo parque,
tiene otro olor el césped, otro color las piedras,
y esos viejos senderos no recuerdan tus pasos
porque otros son los pasos que ahora arañan su arena.

¿Dónde estarán aquellos atardeceres tibios?
¿Dónde el contorno ansiado de las adolescentes?

Contemplarás el lago, su silencio temible,
pero es otro silencio, no son las mismas aguas
que una vez reflejaron la imagen de tus sueños.

Sólo serán los mismos los nombres de las cosas,
los nombres de las calles, los números, los coches,
y tal vez las ausencias.

Y así, aun este último reducto será como un rechazo,
como un viento caliente soplando entre los árboles
y calcinando un poco más los restos mortecinos
de tu agotado corazón que lentamente va apagándose
hacia regiones ciegas donde todo es exilio.


Santuario

Hay un lugar sagrado (el corazón humano)
repleto de demonios y arcángeles y vísperas,
repleto de cadáveres y niñas de ojos negros
que invitan a la vida.

Un palpitante santuario carente de sacerdotes.
Un templo misterioso lleno de extraños ritos
que acaso asustarían a los posibles visitantes.

Mas aquí no hay turistas ni peregrinos;
es un lugar callado y solitario
cuyas puertas se entreabren muy raramente
a vientos desconocidos.

Ocurren entonces fenómenos inexplicables,
como la floración y la música
y el vuelo de gorriones y de alondras y musas.

Pero al final de la estación
la puerta termina por cerrarse
con un sordo chasquido
y todo cesa.

Excepto la desconcertante salmodia
que va retumbando por todo el ámbito
de la catedral en llamas.


Poemas del libro El Rostro prohibido
Textos tomados del blog del autor:


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Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma.
Julio Cortázar

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Marta Zabaleta

-Nació en Santa Fe, Argentina. Reside en Londres, Inglaterra-


Recuerdos del amanecer

Las hojas de la memoria
que florecen con el tiempo
resguardan sus propios ritmos.

El corazón a veces las late
con hormigueos de avispas
y cantos de ruiseñores.

Avanza lo único que tengo
avanza de vida
lo que me queda.

Trataba hoy de olvidarlo
porque al igual que una rosa
se deshoja un día cualquiera.

Cuando volvieron a casa 
tonadas de aquellos tiempos. 
Atardeceres en el Maipo
y risas en la calle Ahumada.

Sábanas húmedas
con olor a pino y cielo.
Piernas en la piscina sagrada.
Nadar de los tiempos buenos.

¿Revisas las páginas de tu vida?
Cantemos pues, cerro, cantemos.
Nos bendice la mañana.

Londres, 23 septiembre de 2012


Sentada bajo el verde limón

Its the 4th April - Snow its not funny any more.
                                  Keith Albridge

Puedo morir 

arrullada por la suerte de los pájaros
con sangre espesa en venas escondidas.
Si las moléculas de nieve no estorbaran
también podría reír
amparada en la fiebre de la espera.

Essex, 4 de abril 2013, después de la visita de la District Nurse


El tango largo

Otra noche, otro vacío. 
Cuando la luna fulgure
lejana como tu ausencia
¿me dejarás otra vez
sin dulzura ni substancia?

Sola navega mi barca
lejos ya de tus montañas.
Cuando la luna fulgure
lejana como tu ausencia
¿serás musguito en mi entraña?

Descorridas ya las nubes
te apareces este día
y con tu riego me abres.
Toco tu cuerpo esculpido.
Busco la sonoridad del agua.

Estaban mis labios resecos
los bebiste hasta saciarme.
Amarraditos bailamos
un tango largo. Caliente
y tierno. Como tu carne.

19 de diciembre 2012


Poemas tomados de las páginas de la autora:
http://martazabaleta.blogspot.com 

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No presumo de haber amado. He sentido demasiado lo poco durables que son las emociones más vivas para querer, al acercarme a seres perecederos, encaminados hacia la muerte, extraer un sentimiento que se pretende inmortal.
Marguerite Yourcenar

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Jerónimo Castillo

-San Luis, Argentina-


A cargo

- Yo tengo que ir a la ciudad, y como el cabo Ledesma está de licencia y el agente Benítez tiene largo tratamiento, lo dejo a cargo, Leyva, pero cuidadito con que llegue a faltar algo –
- Vaya tranquilo, comisario. Cualquier cosa la anoto en el cuaderno de novedades – dijo Leyva.
El comisario Pérez subió a su automóvil y partió, en tanto que Leyva puso la pava para comenzar con la primera cebadura de la mañana.
No habría transcurrido una hora, cuando un móvil de Jefatura se detuvo frente a la comisaría, del que descendió un oficial de alto rango de la policía, acompañado de dos efectivos más.
Se presentó explicando a Leyva el objeto de la visita. Eran inspecciones de rutina, de las que no se avisaba a las dependencias para verificar si todo estaba en orden, conforme al reglamento, con los edificios limpios y los muebles en buen estado de conservación.
 - Quiero ver el Inventario y el Libro de Guardia – manifestó el oficial, a lo que Leyva accedió señalándole el armario donde se encontraba la documentación.
El oficial, algo sorprendido por el descomedimiento de Leyva que indicó el sitio de guarda de los libros, pero no procedió a sacarlos y entregarlos como requería el inspector, si bien había notado al llegar que el efectivo no llevaba puesto el uniforme, cosa bastante frecuente en los destacamentos de campaña, se puso serio e increpó a Leyva:
- ¿Cómo es posible que desconozca mi investidura, y no se ponga inmediatamente a disposición del procedimiento? ¿Dónde está su uniforme? ¿Ud. se piensa que no voy a consignar esta anormalidad en el informe que elevaré al Comisario Mayor que me ha asignado la misión?
- Después no se queje – siguió diciendo el oficial inspector – si por ese informe su foja de servicios quede en condiciones de imposibilitarle los próximos ascensos –
Leyva lo miró un rato, y no podía entender en qué lo perjudicaría ese informe, ya que no era la primera vez que el comisario Pérez le encomendaba el cuidado de la dependencia, y todos en el pueblo lo conocían como para confiar en él, por lo que atinó a decir:
- Mire, señor, Ud. puede informar lo que quiera y revisar lo que tenga necesidad, con la condición de que no se lleve nada, que es lo me encargó el comisario Pérez. Yo no tengo nada que ver con la gestión oficial, porque soy el preso y siempre que Don Pérez sale, me deja a cargo.


Medianoche

Estaba ahí, en una mesa. De a ratos firmaba autógrafos, conversaba brevemente con quien se acercaba a saludarlo. Esperaba comenzar su programa nocturno en la bodega.
De repente nos cruzamos en la mirada, y pareció extrañarle que no me levantara a saludarlo, o al menos no expresara admiración por su presencia.
El café estaba llegando a su fin, y el pocillo vacilaba en la mano.
Imaginé lo que el circunstante significaba para la audiencia del éter, y también me extrañó que no me hubiera conmovido su presencia.
Había escuchado algo de lo que irradiaba y sabía de sus libros, pero un programa por una emisora con retransmisión nacional, ponía la cuota de humor al mediodía cuando regresaba a casa a almorzar.
Supuse su extrañeza al cruzarse nuestras miradas, porque no obtuvo el acto reverencial al que estaba acostumbrado. Sin embargo, en su rostro no se denotó expresión alguna.
El reloj estaba presto a dar las 12 campanadas, cuando dejó su lugar y se encaminó en dirección a la escalera que lo conducía a su mesa de trabajo.
Afuera, la Avenida de Mayo, ya tenía menor actividad, y en el Café Tortoni, Dolina comenzó su programa radial.


Cuentos del libro Final de Sinfonía. Ediciones El Biguá, San Luis, Argentina. Enero 2012 

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El sabio es quien quiere asomar su cabeza al cielo; y el loco es quien quiere meter el cielo en su cabeza.
Gilbert K. Chesterton

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Luis Benítez

Buenos Aires, Argentina-


El poema de hierro

Dame un poema de hierro que restalle sobre las vacías cabezas
y una mano firme en la muesca de la antorcha,
un poema de sangre y de huesos impacientes
y la pluma de carne firmando sentencias
en las culposas mentes de los jinetes locos;
que convierta en sal a los cobardes, un poema de hierro
oxidado y torvo pateando en el estanque a medianoche,
cuando ni los muertos sueñan con la aurora.
Un martillo de palabras para dejar al mundo con las cuencas vacías,
rabioso ademán, piedra encendida en la boca de los que duermen
mientras el agua sube en el Gran Cuarto Esférico;
un puñetazo en el sexo de la muchacha arrodillada,
idiota, paciente humanidad,
que no ve, que no oye,
sólo conversa con las cenizas de sus dioses muertos.


Por quitarle a la muerte su soberbia 

Un amor absoluto, para el que no existe
primero ni último, golpea sobre el mundo:
en el más humilde y en el más soberbio
canta la canción del hombre.
Bajo las máscaras vacías e intermedias
un amor absoluto, para el que no existe
primero ni último, resuena escondido,
más allá de los gritos
y la apretada melodía de la desesperación.
Aún más allá. Es el eje íntimo y viviente
el que canta, el que musita las palabras
como un talismán sonoro,
una pedrada en la frente
de los desmoronados mundos.
Un amor absoluto,
para el que no existe
primero ni último,
anima estos silencios,
estas ficciones que tan sólo intento
por quitarle a la muerte su soberbia.


Júbilo y caída

Armonía primera allí te vi, no era necesario
mirar las partes de tu reino entero pero allí te vi
y no quise detenerme en tu orilla, tu orilla
que está en las simples cosas llenas de tu ondulante sombra.
Qué delicadamente, luz en la luz, centro del día,
te corporizas o elijes una sencilla forma cuando nos prestas tus ojos
y cómo un eterno amor nos lleva de la mano
a tus criaturas, allí donde eres sí,
en lo animado, la infinita danza,
la queja misma de cuanto existe.
Alta serenidad todo es tu vaso y cada uno
declara tuyo un color nuevo. Es abril
de un año que para ti no cuenta y sin embargo
un dulce calor te trajo aquí a mi lado. Era yo apenas
una certeza esta mañana y la espuma del sueño
y los lados del día se apagaban en mí.
Bastó pedir, correr a tu contagio,
para que un soplo sobre las cenizas que empolvaban las cosas
encendiera de nuevo el mundo de carbunclos,
las amatistas del aire... ¿las múltiples facetas
de tus brillantes vidrieras, de dónde vienen,
de qué sima profunda o de qué cima pública y expuesta,
de qué otro tiempo apenas visitado,
apenas entrevisto en el fuego del fuego?

Peor ayuno no hay, que el que hay de ti.


Poemas de Breve Antología Poética. Ediciones Juglaría. Rosario, Argentina 

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La verdadera generosidad, en relación con el futuro, consiste en dárselo todo al presente.
Albert Camus

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Omar Darío Ruiz

-Buenos Aires, Argentina-



el sentir es como la savia en un árbol
repite el recorrido por sus fibras íntimas
por su tallo

y puede enfrentar al invierno
al desprendimiento
a los hielos

porque si la savia recorre
los cuartos interiores
tiene vida gigante

y suelta lágrimas en primavera
como si fuera todo el mundo
su pena terrestre

*  *  *


no se regala una rosa blanca
como quien respira
o como quien sólo camina

se regala una rosa blanca
porque es un hecho irrepetible
porque sus pétalos modifican
el movimiento del tiempo

no se regala una rosa porque sí
se la regala porque sólo ella
puede decir con silencio
el sentido perfecto de la naturaleza

se regala una rosa blanca
si antes uno sabe el significado
escrito en el origen de su nombre

*  *  *


la poesía es todo aquello que está
pero a lo cual no podemos darle
un nombre concreto

tiene vida propia
se burla desde los espacios vacíos

se convierte en un resto lunar
pasa del barro a la fuente
a punto de ser vida
en la matriz infinita del esqueleto

metáfora que corre
en un instante de verso profundo

*  *  *


cuando las palabras no alcanzan
se hace necesario crear una imagen
para pintar o escribir
el sentido del vacío

y si todo esto no es suficiente
se debería también
derramar soles humanos
sobre las entrañas de metal

porque a veces no se llega
donde surge lo justo
sin carne en la razón


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Hay otros mundos pero están en éste.
Paul Éluard

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Magali Fernández

-Mendoza, Argentina-


En este universo tranquilo
Donde las luces cruzan la noche
Respira.

El dulce azúcar agita el bronce.

Tendida, en el sueño solitario de la cepa,
espera.
Espera esas manos y el aliento cansado
que vendrá en la buena nueva.

Quieta y tranquila yace bajo las luces y el silencio.
Brilla en un grano
que concentra en su universo el jugo
de un pequeño latido.
Brilla en el polvo
el racimo que envuelve el ramo
Todo.

Lo que el destino quiera,
crece a merced del camino.
Es fuerte bajo el sol e implacable ante el granizo
Es su misión recrear el azúcar en la tempestad.
El zumo que brota entre los dientes a escondidas,
en la primera prueba.
Él en sus manos que sostiene el racimo
con misma pureza del cristal.

Solo ella en su fusión se vuelve excusa,
sangre nueva al sol
y veneno encantado de la sombra.
Él se abandona en una pócima que ama y no mata,
elixir de la verdad y la alegría
Baila en la copa antes de pedir o unir.

Desde el inicio concebida en sólo un grano.
Piel de mujer en la crisálida indecible
Entrega fiel que hacia la copa llega,
Brebaje santo
dulce carne
dulce sangre derramada por
Amor inmaterial que
en el brindis invisible
la tierra sella.


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El amor nunca muere, sólo cambia de lugar.
Facundo Cabral

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Ester Vallbona

-España-

Si me faltas...

Yo quería morirme. No me importaba. No, ayer no. Ayer hubiera muerto a sabiendas de perderlo todo y a todos. Ayer sentí la ausencia de tus manos en mi pelo, de tus labios en los míos, de tus ojos, y deseé morir como nunca por temor a tener que desaprenderlos. No siempre basta con ser valiente… La felicidad me rehuía, la soledad me saludaba de la mano de tu imagen más desolada. Tu no-tú y mi no-yo se deseaban en silencio, pero mantenían la actitud fría y dura que creían apropiada para ese momento, exenta de ternuras. 

Pero desconocíamos, amor, que la piel es sabia, que sabe tomar las riendas en el momento exacto, cuando descubre horrorizada que la razón se ciega en estúpidos argumentos que amenazan su felicidad. Entonces actúa, se erige por encima de todo y grita, reivindica su necesidad de decidir cuando la mente se bloquea, y toma el poder, el bendito poder, a tiempo de convertirnos de nuevo en ti y en mí.


Negro zaino

8 de la mañana del 7 de julio. Pamplona es una fiesta. Es la primera vez que asisto al encierro y estoy algo despistado. Sé que la carrera no durará más de 2 o 3 minutos, pero es peligrosa y debo tener los cinco sentidos bien alerta. Observo con curiosidad a los mozos, que cantan y se encomiendan al patrón. Me gustaría poder hacer lo mismo. El lanzamiento de un cohete da la salida y empiezo a correr sin saber muy bien hacia dónde. Me dejo llevar por los demás. Me tropiezo con otros compañeros y algunos caemos al suelo, pero hay que levantarse deprisa, la calle está abarrotada y corremos peligro. Sigo corriendo, pero empiezo a notar que el cansancio se adueña de mis músculos. Me cuesta mucho respirar y sopeso la posibilidad de abandonar la carrera. Aflojo la marcha, consciente del peligro que supone, y me doy la vuelta, exhausto. En ese momento veo las caras de terror de los mozos que corrían por detrás. Sus ojos se clavan en los míos. El sudor que cubre por completo mi lomo le confiere al negro una tonalidad inquietante. En un último esfuerzo, me lanzo contra ellos. Que sea lo que Dios quiera.


Letras de ida y vuelta

Hace tiempo que no escribo. Hace tiempo que perdí mis letras. Te las llevaste lejos, contigo, sin saberlo. Al marcharte te siguieron en silencio como niños encantados por las notas mágicas de tu flauta.
Y yo me quedé aquí, primero confiando en que pronto volverían; después, extrañando que tardaran tanto y, hoy, apurando las que quedaron rezagadas y logré recuperar, y que no me sirven más que para suplicar torpemente que me devuelvas el resto. 
Si alguna vez te asomas a este espacio vacío, a esta hoja en blanco, y lees esto, sabrás cuánto las necesito. No te pido que te quedes, de sobras sé que en tu horizonte ya no ondea mi bandera, tan sólo que las conduzcas hasta la frontera y les muestres dulcemente el camino de vuelta.
Ellas harán el resto.


La respuesta tardía

Hubo días en que tu muda curiosidad me puso entre la espada y la pared. Pensé de ésta no me escapo, de hoy no pasa, pero no. Me interrogabas con los ojos, pero tu boca seguía sellada. Y yo, sin embargo, seguía sintiendo las afiladas aristas de la pared contra mi espalda.
Temía ganar, y más aún perder. Pero hoy, con la fingida valentía que nace de la resignación, te respondo. Ya no importa. Ya puedo hacerlo.
Sí, la respuesta a todas tus preguntas, fueran las que fueran, era… sí.


De matemáticas

De pequeña odiaba las matemáticas. Para mí no eran más que conceptos abstractos alejados de la realidad. 
Después crecí y descubrí que las matemáticas también explican el amor. Que dos rectas paralelas son los caminos que recorren dos personas de la mano. Que la geometría te ayuda a calcular el ángulo perfecto de un beso juguetón. 
Aprendí a sumar momentos, restar penas, multiplicar instantes y a descubrir la importancia de dividir, que es compartir, es querer. 
Ahora veo el amor por todas partes, será porque te quiero “infinito”.


Textos tomados del blog de la autora:


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La lógica te llevará del Punto A al punto B. la imaginación te llevará adonde sea.
Albert Einstein

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Carlos Benítez Villodres

-Málaga, España-

Vida cerrada
 
Avanzaba la noche por las calles de siempre
entre un barullo de elegías vacuas
y el manso discurrir
de un conformismo en el ayer anclado,
hijo de la ceniza y de lo inmóvil.
Las insatisfacciones, las polémicas,
esas guerras febráticas del alma,
esas pisadas nunca compartidas…
corrían cortejadas por conflictos
semejantes a olas extraviadas.
Los abismos de sangre lastrada e insondable
se hallaban al alcance de la mano,
aguardando quizás el gran momento
para expandir su imperio de tumores
y heridas que no sanan.
Por los aires sin rostro, desnudos como un cardo,
volaban hábilmente las sombras de lo efímero.
Avanzaba la noche y, con ella, la vida
cerrada a los deseos
del hombre sin aplausos merecidos.
Sólo a los buitres fatuos y arrogantes
se les proporcionaba un lugar en el cielo.
A ellos que nunca transformaron muros
en ternura de madre,
o en ilusiones jóvenes,
o en cálido regazo para niños.


Rebelde
 
Como una aurora joven
miraba al horizonte con la inquietud por ojos.
Lo heroico de los lirios
estaba aún por llegar
por los siete caminos seminales
del placer que penetra
a través de los hilos sin arrugas.
Ni un pájaro buscaba las hilachas
que ya se desprendieron
de las tinieblas de la medianoche.
Ni un árbol conversable
soñaba con los velos
de niebla que jamás encontraron sentido
a las cercas que extienden su oleaje
hasta las cuevas de la cerrazón.
De todos modos, nada le importaba
sentirse removido por las rudas orgías
de las voces desérticas.
Una muchacha herida, un puente inmaculado
a su cruz se aferró
con la fuerza vital de los espejos.
El día caminaba
entre silencios firmemente anclados.
Un día inconformista como él.


Del libro inédito Los puentes debilitados. Editorial Granada Club Selección. Granada, 2007

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Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.
Epicteto

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María Alicia del Rosario Gómez

-Goya, provincia de Corrientes, Argentina-


Hoy no me juzgues… 

No maltrates este día nuestro amor
Sólo piénsame, admírame, y bésame…
Que si me dieras el regalo de tus ojos
la licencia de tu pensamiento
la sabrosura de cautivarte tanto
y el secreto deleite de tus besos…
Yo te daría mi vida
Hoy no me juzgues…
Quiero ser la princesa de tu cuento
Que tú seas quien me despierte en besos
Quiero adueñarme de tu pensamiento
Y ser tu maja desnuda en este encuentro
Que si me dieras la dicha de tenerte
Yo te daría mi vida, sin juzgarte
Que si mi cuerpo desnudo te estrechara
Sentirías el amor, en dicha plena…
Quiero ser la bandera que en los barcos
Denuncie nuestro amor a cuatro vientos
Y deseo tenerte, simplemente,
Para encallar unidos, en el barro.


Poesía

Un horizonte cuajado de ilusiones
desempolva la aterida tarde.
Desnuda, desmadejo mis horas entre versos
Me buscas… ¡Y escapo!

Prisionera de tu seducción ¡Escapo!
Es que si tú me abrazas, desvanezco.
Haces hilachas de mis sensaciones
Y ya no puedo ser.

¿Escapo? ¡No! Sólo lo intento…
Vano intento -fugaz- de abandonarte
aunque todo en mí pugne por amarte.
Despliegas tus ocultas maneras
¡Y me atrapas!

Bebo entre tus candiles agua eterna
Y descalza recorro tus llanuras
Están húmedas…Y mis pasos resbalan
por los senderos de tu significado.

Las preguntas son muchas. No resisto.
¡Me ahogas!
Cual libre mariposa, en su agonía…
¡Intento dar respuestas! ¡Y no escuchas!

Me invitas. Me acaricias mientras huyo…
Conservas el poder de “los sin tiempo”
Y callas.
Sólo aguardas mi regreso.

En el eco de mis ciegas angustias
Tu luz me abarca
Cálido resplandor me anuncia tu mirada…
Estoy entre los signos que me niegan…

¿Me buscas?
¡Aquí estoy POESÍA!
¡Hurga en mi alma…!


A Miguel Hernández

Guerrero que en polvorines le vas cantando a la lluvia
Adalid de la justicia que en palabras vanas, vuela
¡Ah Miguel el de Orihuela! El de incansables espuelas
Aquél que entre pastos vivos soñó con su ser poeta
Éste que vive, poeta, aún entre pastos, dormido.
Dame esa mano que tañe ¡Dame tus sueños Miguel!
Quiero captar en tus dedos, la magia total del SER
De aquél que sufriendo vive, para no morir después…
De quien transporta su cruz, pensando que volverá.
Y en la magia de las noches, que se pueblan con estrellas
le va cantando a su cielo, entremezclándose en ellas
Y en la magia de los días, entre renglones alados,
va contándole sus sueños de poeta dislocado
a todo niño que duerme… A todo poeta en ciernes…
A todo aquél que aún hoy piensa en sus palabras donadas
como granas confitadas de la gran fiesta vivida;
como cuentas de un rosario que acompañan tu partida.
Dame esa mano que tañe… ¡Dame tus sueños Miguel!
¡Quiero captar en tus dedos la magia total del SER!
No me dejes sin espuelas, ¡Oh Miguel! El de Orihuela…


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No pidas una carga ligera, pide unas espaldas fuertes.
Theodore Roosevelt 

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María Manetti

-Olavarría, provincia de Buenos Aires, Argentina-


De sangre y lejanía
es tu camino que no recorro
…no conozco.
De llaga y de cansancio es el mío
que no recorres ni conoces.
Son campanas mis palabras y mis manos
y las tuyas
pezuñas y relámpagos
oscuro todo,
desnudo de tiempos
Golpeado de olvidos.

Con el olor de hombre que sólo sabe decir te amo
mintiendo amaneceres.

*  *  *


Siempre le dije que los unicornios no se pierden
y menos los azules
que deje de buscarlos.
Siempre le dije que no mire debajo de los vientos
porque sólo hay rotaciones y ecos de perfumes.
Que abra los ojos al mismo universo
que sacuda la piel anterior
y lave los sueños más antiguos,
que empiece a sangrar por las verdades más desnudas
y reclame las agujas, los relojes,
los pétalos de todas las violetas
también esas miradas que suspiran en las terrazas.
Debo confesarle que no en todas las noches se copula
también se riegan con hielo los poemas
y alucinan los pubis con el semen hueco de los dioses.
Entonces quiero decirle que no busque más como un ciego violento
que descubra los fragmentos a su lado
esos
que con el mismo cuerpo y la urgencia animal que lo persigue
no ve
no puede ver
no sabe ver.

*  *  *


Ya tenía el sol en el camino
mi pisada de loba al final del laberinto
hasta guardaba mis sudores
en todos los silencios.

Escupía los besos con un golpe de llanto
vos robabas los míos mordiendo las palabras
vos pecabas de encierro y de traiciones
vos
…abandonaste el espacio de sonidos
manchando esas noches de pieles y de lunas.

Ya no me parezco a ninguna
y me voy perdiendo en espejos
que se amontonan en los estantes del viento.

Hoy, ajeno, intruso en mi dolor
te dejo en un olvido inolvidable
para acostumbrarme a no verte adonde estabas.

*  *  *


Hay un morir tan lento
cuando falta en mis días tu costumbre de verme.
Te voy llevando en mi espalda junto al sudor y a la brisa,
germino entre desechos y te lloro dos veces
con ese olor a perla abandonada.
La sangre se cansa de esperarte
hundiéndose de a poco en la garganta
…ya no puedo nombrarte.

*  *  *


Sólo dos palabras necesito
Para que este silencio de mármol que encadena
Sienta nacer de mí…la vida
Y que suene entre los huesos
Que sus sílabas se prendan de mi pelo
Que anden por la boca y encima de mi sombra.
Porque antes de morir ciega de olvido
Necesito escuchar ese “te amo”
Aunque sea una mentira de ceniza y despedida.


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Un minuto que pasa es irrecuperable. Conociendo esto, cómo podemos malgastar tantas horas?
Mahatma Gandhi

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Oliver Robertt

-La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina-


La Recusa

Había corrido entre los pe­ñascos. Estaba jadeando.
Paró en la última piedra que le brin­daba su subir.
Abajo, el abismo.
El viento soplaba cada vez más. Su pelaje se estremecía. Sus astas se envergaban.
Observó la tierra. Batió con los cascos fuertemente. Miró hacia atrás.
No había ya pasado, manada, re­cuer­dos.
Contempló como por última vez, el bosque, las montañas. Y abajo, muy abajo, un hilo de agua que corría.
El río en que tantas veces había bebi­do, no solo y sí acompañado.
Trató como en un ensueño ex­traño, de re­cordar, aunque sea en breve tiempo, un momento de felicidad:
Sintió el burbujear del agua ba­tiendo entre las piedras. Sus cascos hume­decidos. Y a su alrededor, aque­llos que habían sido sus compañe­ros y sus fieles hembras, que a través de los años fueron mostrando quién era él.
Sí… todo aquello no existía más.
Recordaba cierta vez en que el río había crecido estrepitosamente y car­gaba parte de los árboles de la costa, el crujir de las maderas al que­brarse…
¡Cuántos recuerdos!
Pero ahora él era el último.
Habían sido perseguidos impiado­samente. No entendía el por qué.
El ver caer a los suyos, uno a uno, lo dejó desesperado.
El enemigo no se mostraba.
La lucha era imposible. Las for­mas utiliza­das eran infames y mez­qui­nas.
No aceptaba ser eliminado de la misma ma­nera.
Sin objetivos, miró hacia el pre­ci­picio.
La vista se nublaba.
El viento soplaba con intensidad. Su pelaje parecía encresparse. Sus pa­tas no conseguían mantenerlo en equili­brio.
Se acomodó como para dar un salto.
Miró hacia el frente y entre las nubes apa­reció un rayo de luna.
Aquella luna que tantas noches lo había iluminado…
No sentía miedo. Su jadeante res­pirar ya no existía.
Bajó el hocico a la tierra como que­riendo absorber por última vez el olor de lo húmedo.
Sus cascos brillaban, estaban mo­ja­dos. Su pelo, pegado.
Lamióse las patas como teniendo conciencia de lo que era la materia.
Miró hacia abajo y se lanzó al abis­mo. Mientras caía, su cuerpo gira­ba, no se re­torcía. Era un salto elegan­te; el último.
Camino a la muerte.
Camino a la libertad.
Y allá abajo quedó su cuerpo en­tero, exten­dido.
Parece una estatua, una imagen que al ce­rrarse el rayo de la luna queda confundido en­tre las piedras como una mancha más…


De la Colección El Hablar de los Pensares
Tomado del sitio web del autor:


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En el amor desinteresado de un animal, en el sacrificio de sí mismo, hay algo que llega directamente al corazón del que con frecuencia ha tenido ocasión de comprobar la amistad mezquina y la frágil fidelidad del hombre natural.
Edgar Allan Poe

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