lunes, 13 de mayo de 2013

Nechi Dorado


-Buenos Aires, Argentina-

Hay veces…

Hay veces que sentimos que el cielo nos abraza,
cuando encontramos seres que son como campanas
repicando en el alma.
Te agitan los latidos, te hacen sentir de golpe que
al fin la soledad, te dejó sola.

Hay veces que parece que la ternura quema
como un fuego sagrado,
que se vuelve ardor dulce, promesas de mañanas,
una mano atrapando a la esperanza,
jugando a la rayuela en tus arterias
hasta llegar al cielo de tu vida.

Si mantiene, esa gente, sus pasos cerca tuyo
verás que la alegría se amotina en trincheras
convertida en el dogma leitmotiv de tu vida,
arco iris de flores resbalando despacio
por la montaña tibia de tu cuerpo encendido.

Es esa gente franca la que estrujará heridas,
que agitará tus días igual que si llevaras
un sol en tu bolsillo, sus rayos en el pelo,
en un mundo difícil, que se hace diferente.

Hay veces que esa gente te hará pensar, de pronto,
que decir “gracias” es poco,
que no contiene todo lo que sentís al verlas.
Que sólo siete letras que forman la palabra
son huérfanas de fuerzas, solitarias,
apenas son las letras con que alguien
pensó contener todo y no contuvo tanto.

Hay veces que esa gente se queda para siempre
enredada en tu búnker oscuro de pestañas,
dibujando sonrisas, acariciando el alma
estallando en tus ojos, como brasas,
adoctrinando a tu fuego
hasta… ¡siempre!


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Un gran error puede mostrarnos la verdad.
José Narosky

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