lunes, 5 de marzo de 2007

Rubén Vedolvaldi

De huérfano a desocupado

Fulano había tenido una desgracia con suerte. La suerte era que había nacido sin ombligo y se pudo ganar el pan los primeros años mostrando su panza lisa en el Gran Circo.
Pero ésa era también su desgracia, ya que Fulano no tenía ombligo porque no había nacido de madre ni tenía padre ni nada, y eso a veces le daba un poco de pena.
La gente cuchicheaba y reía:
-“Ja…ja…miren. Ahí va el que no estuvo atado a nadie”.
Cuando no soportó más las burlas, Fulano se fue a hacer una cirugía identitaria.
Le implantaron un ombligo de mona no tan lisa o de loba romana. Y antes de que le cicatrizara la intervención pudo sentir asustado que del ombligo le brotaba gente.
Primero le asomó una abnegada madre envuelta en culpa, después un padre asustado, después un amante de la madre, después una amante del padre y un tío abuelo y un vendedor de golosinas.
Y cuando le estaban por salir un hermano o una prima política, vino el dueño del Gran Circo para felicitarlo por haber tenido una mamá y un papá. Y de paso trajo un telegrama de despido, avisando que lo sentía mucho pero, ya no le podía conservar el empleo. ¡Justo ahora, que tenía toda una familia de bocas por mantener!


Viaje de ida

El primer astronauta muerto en la luna fue un negro.
Lo abandonaron desnudo en la superficie, porque no había mucho presupuesto para la aventura espacial.
Su cadáver se veía como una mancha sombría desde la Tierra, arruinando el sueño romántico de los nocturnos enamorados.
El presidente ordenó que una próxima expedición trasladara sus todavía negros restos al fondo de un cráter en lado oscuro.
Cumplida la nueva misión, en la Tierra los hombres lobos y enamorados volvieron alegremente a sus romances, nocturnos y serenatas a la luz de la luna.


M A D R E

donde sobra
es
tan terrible
como si faltase


Al mes más corto del año

es febrero
orfebre del abrazo

breve fervor la vida
brujo brebaje el aire
joven lejía el beso

lejanía el futuro
y el ayer


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Lo que más choca en la vanidad ajena es que deja tan escaso lugar para la nuestra.
Luis Franco

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